domingo, 19 de junio de 2011

Mezquindad

Le vi caminar rápido, como escapándole al tiempo. Envuelto en ropa vieja, gastada y de apariencia sucia, calzado con zapatos muy usados, desteñidos y deformados.
A veces en bicicleta, tironeando sus pantalones luidos en las pantorrillas y esas manos duras aferradas al manubrio del viejo vehículo oxidado.
Abre a horario el negocio, se mete presuroso entre los montones de cajas y el olor a goma y cuero.
Con una birome anota cada número que recuerda y que ,a la hora de las cuentas, no deben faltar.
No usa desodorante ni perfume ni nada que genere gastos excesivos, con el pan de jabón blanco basta y sobra, incluido el pelo.No sale dinero de sus bolsillos para nada que no sean sus necesidades básicas. Ni hablar de colaboraciones, dádivas o descuentos de precios.
De esa y otras formas de ahorro ha podido construir su casa, comprar un campo y dos vehículos de cuatro ruedas de modelos caros. Algunos pocos lo han visto manejarlos hace tiempo, el combustible esta por las nubes y prefiere el ejercicio al gasto superfluo.
Como debe tener empleada que le ayude, opto por su hija, a la que paga lo que marca la ley, con los aportes de rigor, eso por el cariño que le tiene, sólo por eso.
Cobra religiosamente su jubilación de empleado del estado y de la misma forma la deposita en una cuenta "para los imprevistos".
No es así por casualidad, lo mamó desde pequeño de su padre y sus tíos, gente austera y de "guardar para tener". Lástima que ,como aquellos, se ira del mundo sin haberse permitido un disfrute con tanto dinero guardado. Quizás sus nietos... o los bisnietos si es que esa forma de vivir no se hereda de forma interminable.
Se tratará, quizás, de una extraña forma de placer, el tener por tener y no saber que hacer con ello... o simplemente es una repetición irracional de conductas miserables.
¿Se comprará la vida con dinero guardado? Será que la salud se fortalece con los bienes personales o simplemente es una ilusión pagana de los que sufren en silencio el acecho silencioso y dominante de la mezquindad.

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