martes, 31 de mayo de 2011

Silent ultima

El caballo empieza a resoplar por el cansancio. El viejo se aferra a las riendas y aprieta los talones para alentarlo.El animal responde retaseando los trancos.
La tarde cae pesadamente. El frío se comienza a sentir.
Los ojos cansados de ambos no distinguen entre las sombras.
Él sabe que es peligrosa esa parte del camino: demasiados pozos, árboles viejos que se desmayan sobre el camino, poca gente en las cercanías...
La bestia se detiene. Su mirada se clava a lo lejos; a escuchado algo a lo que teme.
El animal sediento de carne y sangre los mira a ambos desde lejos.
El hombre siente el miedo que exhala el equino, sabe que ambos son presa fácil.
Intenta desesperado por cambiar el rumbo, talonea varias veces.El otro corcovea y enfila hacia el monte.
Una rama voltea al anciano y una piedra filosa le parte la espalda cansada.
Sólo escucha como, a lo lejos, se pierden el galope y el rugido de un puma hambriento.
De a poco, en silencio, se deja ir en la espesura de la oscuridad y la muerte.

lunes, 30 de mayo de 2011

Néctar de la noche

La ciudad esta viva. Parece latir en el contraste de tantas luces que van , vienen o simplemente parpadean en lo alto. Es la hora de la cacería de unos contra otros.
Esbelta y filosa la avenida secundaria por la que confluyen trabajadores de la noche: putas por hora, barrenderos, policías, taxistas desvelados, minas de alto costo, hombres jóvenes con precio y por supuesto: los clientes.
La mujer apenas si pasa el medio siglo, es ágil para caminar y lleva su bolso con elegancia. Difícil ponerle algún rotulo, difícil entender lo que hace, habría que sentirlo para, al menos, comprenderla.
Después de muchas vueltas se decide y sube a un taxi. El chofer es joven , aparenta estar sano y sus manos están limpias.Ese detalle le ha servido en otras oportunidades para una buena elección.
Le dice que la lleve a uno de los puentes que separa la zona comercial de los suburbios.
En una corta charla descubre que el taxista es un tipo soltero y que se ha distanciado de su novia por celos de aquella.
-No es para menos-acota ella- yo pensaría lo mismo.
El hombre le sonríe por el espejo y acomodando el adminiculo le observa el torso contundente y muy bien expuesto bajo una tela traslucida.
No demoran mucho en detenerse en una zona oscura.
El se pasa atrás y se hecha sobre la mujer ansioso por saborear la abundancia de esos senos.
Ella lo deja hacer, disfruta todo lo que puede hasta que su deseo supera al de él.
Con un fino estilete le atraviesa la garganta y, mientras el infeliz se desangra, ella saborea los borbotones del caliente líquido y se relame ante el exuberante festín.
El cuerpo frío queda sentado al volante, petrificado por la muerte. Ella ha limpiado su huellas y no hay rastros de violencia.
En el río arroja los elementos de valor de su víctima para fingir un robo.
Ya lo ha hecho muchas veces desde que ,por primera vez en su infancia, disfrutó de ese néctar que aun la mantiene viva.

domingo, 29 de mayo de 2011

Q.E.P.D.

Se cae el cielo en cortinas de fría agua. A lo lejos el tránsito parece amontonarse y es difícil avanzar.
No escucho la sirena ni me molestan las luces.
Bajamos juntos, yo a su lado siempre.
El joven médico se esmera en tratar de hacerlo respirar, le inyecta algo en el pecho y luego le masajea el tórax con fuerza.Quiero ayudarlo pero algo me paraliza.Será el terror o todo lo que me rodea.
Luces desde todos los ángulos, curiosos que se mojan junto a los policías que los contienen.
La moto es un manojo de chapas manchadas de rojo.
Por un momento siento frío y dolor en la espalda, aun así sigo mirando como intentan revivir ese cuerpo laxo.
La noche se aclara de a poco, quizás la luna pudo con la tormenta y voy a poder ver las estrellas.
De repente siento agua sobre la cara y dolor en una pierna.
Veo al médico que me habla a los ojos y la lluvia que me lava la cara una y otra vez.
No le escucho, sólo siento demasiado dolor y apenas si puedo respirar.
Veo en un instante como se aleja y me sumerjo en el asfalto.
Y de nuevo mirando todo, ahora desde el techo de la ambulancia.
El joven hace una seña rara y cubre el cuerpo con un trapo blanco.
Siento la necesidad de irme, el cuerpo de allá abajo ya no es mío y no lo necesito para ver las estrellas, están todas ahí mismo, muy cerca...