domingo, 29 de mayo de 2011

Q.E.P.D.

Se cae el cielo en cortinas de fría agua. A lo lejos el tránsito parece amontonarse y es difícil avanzar.
No escucho la sirena ni me molestan las luces.
Bajamos juntos, yo a su lado siempre.
El joven médico se esmera en tratar de hacerlo respirar, le inyecta algo en el pecho y luego le masajea el tórax con fuerza.Quiero ayudarlo pero algo me paraliza.Será el terror o todo lo que me rodea.
Luces desde todos los ángulos, curiosos que se mojan junto a los policías que los contienen.
La moto es un manojo de chapas manchadas de rojo.
Por un momento siento frío y dolor en la espalda, aun así sigo mirando como intentan revivir ese cuerpo laxo.
La noche se aclara de a poco, quizás la luna pudo con la tormenta y voy a poder ver las estrellas.
De repente siento agua sobre la cara y dolor en una pierna.
Veo al médico que me habla a los ojos y la lluvia que me lava la cara una y otra vez.
No le escucho, sólo siento demasiado dolor y apenas si puedo respirar.
Veo en un instante como se aleja y me sumerjo en el asfalto.
Y de nuevo mirando todo, ahora desde el techo de la ambulancia.
El joven hace una seña rara y cubre el cuerpo con un trapo blanco.
Siento la necesidad de irme, el cuerpo de allá abajo ya no es mío y no lo necesito para ver las estrellas, están todas ahí mismo, muy cerca...

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